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Black Friday - el día del Perjuicio Final

11/23/2018

 

De los creadores del día de San Valentín y del día la marmota

Según los historiadores, el Kung-Fu surgió en China allá por el S.VI, pero no fue perfeccionado hasta mediados del S.XX cuando aparecieron las primeras campañas de rebajas en los centros comerciales. Aquello que en principio surgió como una solución para dar salida al stock acumulado durante el año o para obtener beneficios por venta masiva, ha marcado para muchos un estilo de vida. Incluso hay gente en las ciudades que ya no divide el año en estaciones, sino en periodos de rebajas, como se hace en las viñas con la vendimia o en la mar con la temporada del jurel. En este marco se sitúa el Black Friday, la fiesta anual del consumismo por excelencia.
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Este fenómeno (como lo conocemos hoy) surgió en EEUU hace décadas como comienzo de la campaña comercial navideña tras la noche de Acción de Gracias. 
Además de una bajada importante de precios en gran variedad de productos, este día se caracterizó por una larga jornada con millones de ventas. y como ha pasado con Halloween, se ha esparcido por casi todo el globo, convirtiéndose en algo tan popular que ha alcanzado el título de día con más ventas de todo el año a nivel mundial.

Gol del marketing al medio ambiente

A fin de cuentas ¿quién no compraría un producto que en otro momento del año le costaría 50% o 70% más caro? Es un caramelito para el consumidor más goloso, e incluso para el que no lo es. Los gurús del marketing han olido la sangre y, como sólo un día se queda corto, éstos han pensado “¿y si hacemos que ese día abarque la franja horaria comercial del planeta entero?. ¡Un momento! Aún mejor: ¿y si nos inventamos un Cybermonday en el que hacemos lo mismo pero con tecnología?” Y es así como una “bienintencionada” tradición estadounidense que se alargó más de lo debido, se ha convertido en un periodo consumista de 4 (o más) días. En algunos sitios un viernes dura una semana (¡ojalá!)

Y llegados a este punto te preguntarás “¿a qué viene hablar de todo esto y qué tiene que ver con el medio ambiente?” La obtención de materias primas, el consumo energético y las emisiones de su producción, transporte y almacenamiento, los residuos que generan sus embalajes y envases, y los que generaremos cuando nos cansemos de ello en el próximo Black Friday. Un sólo día de vorágine consumista con una escala de volumen de ventas de cientos de millones en todo el mundo, genera un impacto ambiental brutal, y que también es aplicable a otros periodos de rebajas.

Se multiplica la producción y la distribución, se genera un stock que termina colapsando (y por ello el auge de los Outlets) y se agotan recursos para el día de mañana. Si bien genera miles de millones en beneficios hoy a las empresas, el balance no parece muy sostenible que digamos de cara a mañana. Así que la factura ambiental y social que vendrá derivada de ese tipo de prácticas nos llegará (las facturas siempre llegan).

¿Gastar o aprovechar?

Hay una diferencia entre valor y precio. Me gustar ver al precio como el coste del producto y al valor como la utilidad o bienestar que me aporta. La necesidad intrínseca humana del oportunismo lleva a veces a hacer compras irracionales. Seguramente, si no fuera por la barrera del precio, nuestro sentido común no nos dejaría comprar cosas sin valor.

Pero cuando el precio cae, se rompe el orden de las cosas. Y ese es el origen del banco de abdominales que (seamos sinceros) sólo usaremos 2 veces, del nuevo móvil que reemplazará por otro que funciona perfectamente, de la tele de 70” con Home Cinema de 150W para ver el partido del finde, o de ese jersey de marca que acabará apolillado en el armario. En estos casos, ¿hemos comprar una ganga o realizado un gasto inútil?

Yo saco como conclusión que está bien adquirir algo a menor precio si ese algo estaba ya en nuestra lista de necesidades. En caso de no estar, se debe reflexionar sobre el valor real que nos puede aportar lo que se vamos a comprar, y mirar si el precio se corresponde nuestra valoración. De cualquier forma, parece que este fenómeno es imparable. Así que lo más sensato será trasladar la patata caliente a las empresas, para que realicen prácticas productivas y comerciales que les acerquen a la Economía Circular, en lugar de ahondar en la esencia humana para cambiar su conducta impulsiva.

¿Qué conclusión sacas tú? ¿has hecho ya tu lista para el Black Friday?

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